12 días más en Pereira es un relato continuación de una historia de amor. ¿Sobrevivirías 12 días con tu pareja bajo el mismo techo, compartiendo pan caliente, películas a medias y shampoo antiestrés? Susanita y Pedrito lo intentan en esta comedia semirromántica donde convivir se parece mucho a armar un mueble sin instrucciones. Con caminatas de jubilados, camisas floreadas y cafés con chismes, esta historia demuestra que el amor maduro no siempre es serio… pero sí necesita Wi-Fi y arepas. Y cuando llega la despedida, las maletas se llenan de recuerdos, empanadas, y una playlist triste.

12 días más en Pereira, la convivencia

Crónica semiromántica de dos adultos funcionales intentando convivir sin matarse (todavía)

La segunda vez que Susanita llegó a Pereira, no hubo mariachis, ni mariposas, ni fuegos artificiales. Pero sí hubo un Pedrito con una sonrisa gigante y una arepa de queso en la mano, que, a decir verdad, era lo que más extrañaba de él… la arepa, no él.

 

—¿Lista para unos días más de romance cafetero? —le preguntó él.
—Sí, ahora tenemos doce —respondió ella, muy contenta, y tengo una lista de actividades que incluye desde cine hasta “baño de crema para cabello rebelde”.

Pedrito y Susanita felices

En casa, Pedrito escribía en su Blog, con títulos como “Cómo sobrevivir a la convivencia sin perder la cabeza ni las ganas” y Susanita buscaba trabajo desde su celular con auriculares que usaba más para ignorar a Pedrito que para escuchar música.

Empezaron su convivencia como quien empieza una receta sin leer las instrucciones: con mucho entusiasmo y poco control. Temprano, en la mañana ya estaban caminando por el barrio como jubilados en entrenamiento. Susanita hablaba con cada perro callejero como si fueran primos lejanos, mientras Pedrito la arrastraba a la panadería de la esquina que tenía café fuerte, pan caliente y una señora que los llamaba “los tortolitos”.

 

Ahí empezó su rutina: café con charla, pan con miradas, y chismes con la panadera.

Historia de la brujita paisa

Susanita, brujita paisaA estas alturas de la historia, ya era oficial: Susanita no era una mujer común. No. Era una brujita paisa con título honorífico otorgado por Pedrito, su víctima favorita, con certificado de embrujamiento emocional. Según él, no sabía en qué momento cayó bajo su hechizo, solo recuerda que un día estaba tomando café tranquilo, y al siguiente ya estaba diciendo cosas como “mi brujita paisa” mientras sonreía como adolescente en chat de Messenger 2004.

Susanita, por su parte, lo molestaba cada vez que podía (en el sentido colombiano, claro, no con una varita mágica, aunque tampoco se descarta). Le decía cosas como: “¡Ay, Pedrito, tan inocente, y yo tan con maestría en sarcasmo!”. Era su deporte favorito: molestarlo dulcemente, con ese acento paisa que convierte cualquier burla en canción pegajosa.

 

Y así, entre videollamadas, memes, y micro-hechizos diarios (léase: mensajes con doble sentido), Pedrito fue cayendo… hasta que aceptó su destino: estaba embrujado. Sin caldero ni pócimas, pero con ganas de seguir embrujado. Porque cuando una paisa te echa el cuento con humor y encanto, no hay escapatoria. Solo queda reír… y mandar corazones por WhatsApp.

12 días más en Pereira, tiempos de películas y compras

Susanita y Pedrito de comprasAhora estaban juntos, había que aprovechar. Las tardes eran de cine en casa. Vieron de todo: dramas, comedias, documentales sobre pingüinos con problemas existenciales. Susanita se dormía a los veinte minutos; Pedrito fingía no notar sus ronquidos sincronizados con la banda sonora. Cuando ella despertaba, decía:
—Qué final tan inesperado, ¿no?
Pedrito, vimos la intro del logo del estudio —respondía ella con cara de “te amo, pero… por favor”.

 

Una tarde se les ocurrió salir a comprar ropa. La tienda fue testigo de una crisis estética cuando Pedrito eligió una camisa floreada que parecía haber sido diseñada por un loro con acceso a Photoshop. Susanita, entre risas, le dijo:
—Eso no lo usarías ni en un apocalipsis zombie.
—Exacto, ahí destacaría más.

 

De paso, Susanita se hizo un tratamiento para el cabello. La peluquera aseguró que haría milagros. Ella lo creyó. Pedrito solo preguntó si vendían algo para la calvicie emocional.

 

🥲 El cuento y la historia se da por finalizado, las aventuras románticas, a distancia, pueden tener un final feliz o uno con alguien dolido y ofuscado 💔#ProyectoErmitaño #ProyectoSocialbytes #literatura #relato Compartir en X

La llamada que cambió el tono

En el séptimo día, cuando Pedrito ya sabía usar la cafetera sin provocar incendios, Susanita recibió una llamada.

—Me ofrecieron trabajo en Medellín. Empiezo en una semana —dijo, tragando saliva.
—¿Qué tan lejos queda eso en bicicleta eléctrica?
—Años luz, amor.

 

El ambiente cambió. Dejaron de planear paseos y comenzaron a planear despedidas. La playlist romántica en casa fue reemplazada por boleros depresivos. Hasta el gato callejero que merodeaba su ventana empezó a llorar (tal vez, por otra cosa, pero igual).

12 días más en Pereira. La gran cena del día once

Pedrito y Susanita en la gran cena románticaLa noche antes de la separación, reservaron en un restaurante elegante. El camarero los miró raro cuando Pedrito pidió agua y una sangría para ella, pero bueno, así son las cosas.

Ella llevaba ropa recién estrenada. Él, una camiseta nueva con dibujos (para variar). Pero esa vez, la camiseta tenía sentido. Era su forma de decir “soy raro, pero, tu raro”.

 

Brindaron por el presente. Por las carcajadas, los silencios y los días que no sabían si eran inicio o final.

 

—¿Y si no nos volvemos a ver? —preguntó Pedrito.
—Pues nos mandamos memes. Lo importante es mantener viva la chispa… y el Wi-Fi.

Día 12: Despedida, aeropuerto y empanadas

Pedrito tristeLa mañana del día 12 fue la versión emocional de empacar maletas sin instrucciones. Susanita guardó su ropa: “camiseta con olor a Pedrito”, “camisa que nunca debiste comprar”, “medias del misterio”.

En el aeropuerto, hubo besos, abrazos, lágrimas y un intento fallido de selfie sin que se notara que habían llorado como telenovela de las 10.
—Te dejo mi taza de café favorita —dijo él.
—Y yo, mi cepillo para que no olvides lo despeinada que era sin ti.

 

Se fue. Él se quedó. Y la señora de la panadería se enteró primero que nadie.

Epílogo: Amores portátiles

12 días más en Pereira es un relato entre ficción y realidad, continuación de una historia de amor ocurrida, días atrás, en esa ciudad. Pedrito regresó a España, donde todo era más ordenado pero menos cálido. Susanita llegó a Medellín, donde el tráfico y los edificios altos no podían apagar los recuerdos de sus doce días más.

Se escribían. Se mandaban fotos, memes, audios, pero la historia llegaba a su fin.
No sabían si habría tercera parte. Pero alguno comprendió que aunque el mundo los separara, algo quedaba:

—Unos kilos de pan, muchas risas, y una historia que bien podría llamarse “Amor en tiempos de shampoo y películas a medias.”

 

En esta ocasión no hubo final feliz, las cosas pasan y el tiempo dirá, pero lo que quedó es una bonita historia que recordar. El amor a distancia es lo que tiene y no queda otra que aceptarlo.

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Por Ric

Bloggero, Técnico Superior en Internet y Comercio Electrónico, Administrador de sistemas, en mi vida laboral, reconvertido a Social Media Marketing Trabajo en Redes Sociales y Marketing Digital desde el año 2013 Asesoro y colaboro para que el mundo de los negocios digitales sea más accesible a las personas emprendedoras. Para ello estudio y humanizo tu Marca, seas empresa o freelance, y te aporto las estrategias necesarias para conseguir tus objetivos de la manera más sencilla posible "En mi opinión, normal es solo lo ordinario, lo mediocre. La vida pertenece a aquellos individuos raros y excepcionales que se atreven a ser diferentes"

14 comentario sobre «12 días más en Pereira»
  1. Una historia realmente feliz real e inolvidable, me encantó tu relato , la historia , las imágenes, resaltaron todo lo vivido y lindo de principio a fin, mil gracias por hacer todo posible.

    Es interesante una historia tan bonita y vivirla fue lo mejor, dar gracias por todo lo vivido y gracias a ti por hacerlo posible.

    1. Hola Martha

      Muchas gracias por pasar, leer y comentar.
      Lo hecho es una gran experiencia y la prueba de que se puede hacer.
      Esta historia, es, en realidad, algo muy bonito que no tuvo un final feliz, pero mientras duró fue genial, ahora solo queda el tiempo que será el testigo y el que puede dar sentido a algo tan lindo, mi deseo es que siga existiendo esa química que la hizo posible.

      ¡Un beso y gracias Martha!

    1. Hola Merche

      Gracias por pasar, leer, comentar y tus buenos deseos.
      Es verdad, nunca se sabe, por el momento, escribo esta historia con todo el cariño del mundo, los buenos momentos hay que recordarlos y, no sabemos, pero, con el tiempo, tal vez, tengamos tercera parte.

      La gastritis la solucioné de la manera mejor que se puede hacer, dieta mediterránea y viajecito a Valencia, donde estaré un tiempo.

      ¡Saludos compañera!

  2. Qué relato tan lleno de matices. Hay algo muy honesto en cómo retratas esos pequeños momentos: las risas, las bromas, las caminatas sin pretensión, incluso el silencio de las despedidas.

    A veces la vida no nos da finales cerrados, pero sí recuerdos que se quedan bien guardados. Has logrado transmitir esa mezcla de alegría y nostalgia que solo dejan los días vividos de verdad, sin adornos ni artificios. Una historia que se lee con sonrisa y pellizco en el estómago por el final y también o simplemente por empatía…

    Quién sabe, a veces la vida, sin que lo esperemos, guarda segundas partes mejores que las primeras. Si algo en esta vida es cierto es que nunca se sabe qué ocurrirá, ni qué puede abrir o cerrar las puertas que nos depara el futuro.

    Un fuerte abrazo, compañero.

    1. Hola Miguel

      Así es, cuando llegué a Colombia, no sabía lo que me esperaba y mira tú, pero bueno. Tienes mucha razón.
      La historia queda guardada como un buen momento, de eso trata la felicidad, por eso me decidí a escribir sobre ello, Pedrito puede estar contento, siendo ya mayor, va encontrando sus caminos y sus buenos momentos, no me puedo quejar y lo digo desde el corazón, hago cosas que muchas personas ni se atreven, así que agradezco al universo las cosas que me va entregando en esta parte de mi vida.

      Espero estés mejor estimado compañero, ¡un cordial saludo!

  3. Hola Ric, una bonita historia, que puede continuar, si Pedrito y Susanita así lo deciden.
    Y mientras quedan los buenos recuerdos de lo vivido y caminado juntos hasta ese momento.
    Lo has contado además de una forma muy cercana.
    Me ha encantado leerte.

    Un abrazo compi🌹🤗

    1. Hola Mari

      Muchas gracias por pasar, leer y comentar esta segunda parte de la historia romántica, en esta ocasión, hubo una segunda vez, tan bonita como la primera, el único problema es que vino la separación kilométrica y ahora veremos que pasa, solo el tiempo lo dirá, en cualquier caso, Pedrito se sentirá bastante triste, le conozco y lo sé. Susanita, no sé que pensará, y, como bien dices, es cosa de los dos.

      En la mayoría de mis artículos trato de explicar las cosas al modo natural, ese soy yo.

      ¡Gracias compi! 😊⭐

    1. Muchas gracias compañeros

      La verdadera razón del ser humano es conocer, si, además consigues alguien que te acompañe, estaría como vosotras bien acompañado, después de nueve años de soledad, tener una compañera de viaje, sería algo extraordinario.

      ¡Saludos!

  4. Ric, tu relato “12 días más en Pereira” es una pequeña obra maestra del amor cotidiano, esa clase de historia que no necesita fuegos artificiales para ser inolvidable. Con una pluma ágil, irónica y tremendamente honesta, nos llevas por la montaña rusa emocional de una convivencia donde lo romántico convive con lo absurdo, y lo tierno se mezcla con lo tragicómico. Es imposible no encariñarse con Pedrito y Susanita, con sus caminatas de jubilados, su guerra de sarcasmos cariñosos y esa complicidad que se construye entre pan caliente, películas inconclusas y memes compartidos.

    El final, aunque agridulce, está lleno de una belleza nostálgica que conmueve sin recurrir al drama. Hay despedidas que duelen y otras que transforman, y tú has logrado retratar ambas con una sensibilidad admirable. En apenas unas páginas, construyes un universo entrañable y real, donde el amor se mide en pequeños gestos y recuerdos empaquetados junto a cepillos de pelo y tazas de café. Ojalá haya tercera parte, pero si no, ya esta historia se queda con nosotros como una canción que uno no se cansa de volver a escuchar.

    1. Hola Héctor

      Hombre no sé si es una obra maestra, el calificativo lo agradezco igualmente, pero si te digo una cosa, la escribí con todo corazón, de la misma manera que lo disfrutó Pedrito.
      En cuanto al mundo de las relaciones, no se qué decir, a veces, se trata de valorar si una historia merece la pena y tengo claro que, aún no siendo un especialista en este tipo de relatos, si que me gustó como me quedó.

      Si he conseguido que os encariñéis con Pedrito y Susanita, el objetivo está cumplido. El final, queda en modo a la espera, las distancias kilométricas tienen mucho que ver, a día de hoy, tengo entendido que nuestros protagonistas siguen hablando, el tiempo nos dirá.

      El final es tal cual, ahí quedó la bonita historia vivida, si algo tengo bien claro es que la felicidad son momentos, y esos 8+12 días vividos fueron espectaculares, me adhiero a vosotros en querer que el relato continúe, si un día decides escribir una canción, espero me lo hagas saber.

      ¡Muchas gracias por este excelente comentario, saludos compañer@s!

  5. ¡Hola, Ric!
    Me ha gustado mucho esta pequeña historia de amor. Sí la veía complicada desde el inicio, pero las experiencias y recuerdos que quedan son lo bueno. El final me generó un poco de tristeza y aunque el Internet pueda ayudar a mantener esa conexión, solo queda seguir con la vida y ver si llega una nueva oportunidad o no.
    Gracias por compartir tan lindos relatos.
    Saludos.

    1. Hola de nuevo Gisela

      Cierto es que esta historia te genera un poco de tristeza, más, debemos pensar, como bien dices, en la experiencia vivida. Creo que nuestros dos personajes tienen clara la situación, hoy por hoy no se podía solucionar nada. Veremos, en el próximo viaje a Colombia, que aventuras nos trae Pedrito. Susanita marchó porque debía seguir trabajando, los kilómetros de distancia pueden pasar factura, o, tal vez no. De lo que estoy seguro que habrá más historias que contar, Pedrito es un alma inquieta y, seguro, que vuelve a seguir viviendo experiencias americanas.

      ¡Muchas gracias compañera!

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