Historia de un amor incondicional, mi compañero
Es muy complicado escribir esta Historia de un amor incondicional, todavía tengo la herida muy abierta y el vacío es tremendo. Mi compañero de aventuras ya es libre y me ha dejado. «Paisarito», mi compañero, se merece un homenaje y yo debo continuar hacia delante. De forma que voy a tratar de explicarte como me siento y las razones por las cuales estoy muy triste.
El encuentro con Paisarito
En el mes de Mayo de 2018 volvía a Madrid, después de lo que llamo mi retiro espiritual, estaba solo, iniciaba el camino de una nueva vida, de ahí que escribiera un post denominado #cambiatuvida. Mi objetivo era encontrar el sitio adecuado para iniciar esta nueva oportunidad.
Había tomado la decisión de alquilar la habitación en casa de una querida amiga, estábamos en el comedor hablando, era un último piso y teníamos una terraza, de repente sonó un golpe en la puerta de cristal de esta, ahí en el suelo estaba un periquito azul precioso, probablemente habría escapado de algún sitio y cayó desmayado por el hambre.
Un ave criada en cautividad, como demostraba la anilla que llevaba en su patita, no tiene muy sencillo obtener sustento vital en libertad, y además se enfrenta a muchos depredadores, cuando lo tomé entre mis manos estaba medio desmayado.
Mi situación y mi forma de vida es ser nómada digital con lo cual no puedo tener mascotas a pesar de que sobradamente me encantan, los animales son inocentes y nunca te defraudan.
Si a una mascota decides querer, piensa que su vida muy corta es, tarde o temprano apego vas a tener ❤️🦜😍 #nomadadigital #mascotas #naturaleza #amor #proyectosocialbytes Share on XEl problema es que mi miedo a dejarlo en libertad, tal y cómo me hubiera gustado, era debido a que, de la misma manera que tienen dificultades para obtener su sustento en libertad, la cantidad de peligros que se iba a encontrar en la gran ciudad me hacían dudar de su seguridad, así que decidí quedármelo, poco sabía yo lo que iba a representar, sobre todo, un año después.
El primer año con Paisarito
Todavía no sabía que había encontrado a un compañero de aventuras y que iba a ser tan importante en mi nueva vida.
Me preguntaron que nombre le iba a poner: se me ocurrió «Paisarito».
Un compañero de piso se fue a comprar una jaulita para darle de comer, mientras yo lo tenía entre mis manos. Inmediatamente decidimos que se quedaba, a mis compañeros les pareció bien. Estas aves suelen ensuciar mucho y había que consultar a las demás personas.
Nada más ponerlo en la jaulita, el periquito se puso a comer, estaba desfallecido.
Al principio le poníamos un ratito al sol todas las mañanas en la terraza, luego lo pasábamos al salón, mientras poníamos la tele, él cantaba, y lo hacía bien y mucho. En cierto modo, nos alegraba, él dormía allí, le tapábamos con una camiseta por las noches.
Aún teniendo muchos viajes siempre quedaba acompañado por mis compañeros de piso, pero yo, cada vez que volvía, iba a decirle cosas, empezaba algo que en el 2020 iba a ser especial.
El año en el que nos unimos, dos compañeros
En verano de 2020, decidí trasladarme a Andalucía, era mi destino deseado ya cercano a mi jubilación, no sabía muy bien que hacer, si viajar con él o tratar de dejarlo en buenas manos, pero finalmente no me pude desprender de él, empezaba el apego al compañero Paisarito.
Me monté en el coche y le puse con el cinturón de seguridad a la jaula, viajaríamos juntos, era ya mi compañero, no solamente un periquito, de hecho, nada más llegar a Granada dónde supuestamente quería quedarme, dejó de cantar.
Escribí un post dónde relataba lo sucedido en ese viaje, empecé a hablar más con él, le dejaba la tele puesta para que no se sintiera solo cuando yo no estaba. Aquello duró muy poco, y tuve que salir apresuradamente de ese sitio porqué la situación era insostenible, me llevé un palo y él también lo notó, ya dormía en mi habitación, a mi lado.
Tenía muchas ganas de acariciarlo pero no se podía, no estaba acostumbrado y estas aves, si no están enseñadas, son asustadizas.
Durante ese viaje apresurado de vuelta a Madrid, Paisarito notaba con sus movimientos que algo no iba bien. En el coche, de noche, y de vuelta a Madrid, como le ví agitado, metí un dedito en la jaula y se dejó acariciar, algo que nunca hacía. Al fín llegábamos de vuelta, sin quererlo, otra vez a Madrid. Aunque ese sitio no era nada más que provisional.
Seis meses en transición
Durante mi nueva estancia en Madrid, primero lo teníamos en el salón, por las noches se iba a dormir a mi habitación, eso ya era constante. Paisarito agarró un resfriado, te puedes imaginar el susto cuando le ví con diarréa y hecho una bolita. Lo pasé todo el día a mi dormitorio, le tapé y lo cuidé. Según me dijeron en una tienda de mascotas, era peligroso y podía perderlo, pero conseguí recuperarlo. Pero ya lo pasé muy mal, tenía apego con él, era evidente. Ya no cantaba tanto, desconozco la edad que tenía pero ya no iba a ser nunca el mismo, mi tipo de vida no le convenía.
En el mes de abril me encontré con otra situación transitoria y complicada, conseguí mantenerlo cerca de mí porque ya no quería separarme de él nunca, se unía siempre a mis sentimientos. Si yo estaba bien, él también él lo estaba, pero amigo mío, cuando estaba mal, él también lo notaba.
A pesar de esto seguíamos teniendo conversaciones, el me piaba y yo le hablaba, éramos, literalmente, dos compañeros en el camino de la vida.
La llegada a Cádiz y un lugar dónde asentarnos, Paisarito vuelve a ponerse lindo
Cuando salimos con destino a una nueva casa, decidí parar a medio camino en un camping. Otra vez íbamos de viaje, era muy largo y, dado que yo no me encontraba del todo bien, esa parada nos vendría bien.
En el camping dormimos en el coche uno junto al otro, empezábamos a estar tranquilos y el viaje, al día siguiente, se hizo corto. Habíamos llegado a la que es hoy mi casa, pero entonces era la de los dos.
Paisarito se adapto en una semana y empezó a cantar, a jugar, y él sabía que habíamos llegado a un lugar donde la paz y la tranquilidad nos envolverían, de hecho, cuando salía de casa, siempre pensaba en volver con él, no me gustaba dejarle mucho tiempo solo.
Todavía quedaba pasar otro susto. Un día me encontré que sangraba por un lado de la cara, no sabía como se había hecho la herida, el caso es que le paré la hemorragía apretando con agua fría y una servilleta de papel, por dos veces, se me encogió el corazón cuando le ví ensangrentado, pronto se recuperó.
Historia de un gran compañero, el desenlace
El final se acercaba, al poco, tenía que viajar a Madrid y decidí dejarlo con mi compañero de piso, poco podía yo adivinar que ese era el último momento que estaría con él, me dejaba justo antes de volver, la noche del 22 de octubre, según me ha dicho mi compañero, por la mañana estaba cantando, pero por la noche, mientras yo me preparaba para viajar, se iba, ahora era libre.
La noticia me reventó por dentro, un periquito no es como un perro o un gato, el amor es incondicional dado que no se le puede achuchar, te tienes que conformar con dirigirle palabras bonitas como yo hacía todos los días, por eso ahora tengo este vacío.
Voy a dejar aquí una canción que me recuerda mucho a mi querido Paisarito, mi homenaje para él, a él también le gustaba, te lo aseguro.
Conclusiones
No voy a explicarte lo importante que son las mascotas, he tenido perro, gato y periquito. Paisarito es el primero que se muere estando conmigo, me siento fatal, me va a costar olvidar ese maravilloso periquito. Ahora me pregunto porqué la vida me hace pasar tantas veces por el desapego.
Estaba muy unido a Paisarito, desconozco porqué la vida me manda mascotas, cuando no puedo tenerlas. Hace un tiempo, encontré una gata también pero pude alojarla con una familia que la iba a tratar muy bien.
El problema con el periquito es que no lo quiere todo el mundo, me sentía unido y decidí vivir con él, esto me hizo apegarme. En estos momentos, no puedo sentirme más vacío. Las mascotas son inocentes y es muy complicado olvidarlas, pero muy sencillo quererlas, hoy por hoy, estoy muy triste.
Mi análisis sobre esto me lleva a la conclusión de que mi compañero sabía que su misión conmigo había terminado, estábamos en un lugar dónde encontrábamos lo que necesitábamos, ahora es libre, ha cumplido con su objetivo, acompañarme.
Paisarito, allí donde estés, libre, quiero que sepas que te quiero y nunca te olvidaré compañero 💔🦜😍
Gracias a Pixabay por las imágenes.
Si te gusta lo que has leído, considera invitarme a un café, me darás soporte para mantener este Blog. También puedes pasar por mi página de Afiliados, si necesitas algo y pulsar en esos enlaces.
Una historia preciosa de amor incondicional. Se hacen de querer porque son tan inocentes y lo dan todo. Ahora es libre, pero seguro que su alma sigue a tu lado. Un homenaje precioso que he leído de principio a fin.
Un abrazo gigante!
Muchas gracias Yolanda
Solamente la gente más cercana sabe el vículo que tenía con Paisarito, escribir me desahoga, y además es mi homenaje a mi querido compañero, ha sido una época de transición, juntos llegamos hasta mi actual residencia, significó mucho para mí, ¡gracias compi!
Es encantadora la historia de Paisarito; aunque no me gustan los animales encerrados en las casas, quiero que vivan libres en su habitad.
De todos modos, los voluntarios de Greenpeace cuidamos la biodiversidad para que todas las especies vivan libres.
Un abrazo cordial,
Antonio del Olmo
Gracias Antonio
Tal y cómo digo en el artículo, el paisarito vino a mí, tampoco me gustan los animales encerrados, pero al tratarse de un periquito, son sucios, muy poca gente está dispuesta a darle abrigo, ese hecho me motivo a llevarlo conmigo, hoy por hoy, bastante tengo con mantenerme yo. Saludos
Que bonito, Ricardo….descanse en paz alla donde este.
Gracias Sonia por tus palabras y por haber estado ahí cuando sucedió, es libre, lo que siempre me hubiera gustado para él